Los ligamentos cruzados son cuerdas que unen a la rodilla con los huesos, dando estabilidad a la rodilla y evitando que la pierna se mueva hacia adelante y hacia atrás.
Este tipo de lesiones en ligamentos son conocidas como esguinces y implican un desgarro en sus fibras, ya sea parcial o completo. La gravedad de un esguince se determina dependiendo de la movilidad anormal de la rodilla al explorarla
El Ligamento Cruzado Anterior (LCA) es el más propenso a romperse. Se produce al:
Generalmente en la práctica de deportes como fútbol, fútbol americano, básquetbol o tenis.
En muchas ocasiones de LCA ocurren junto con otras lesiones de ligamento o de meniscos, que son el cartílago que sirve de amortiguador en la rodilla.
El ligamento cruzado posterior es uno de los ligamentos más fuertes de la rodilla y es el encargado de impedir que la rodilla se mueva demasiado y “se vaya para atrás”.
Este se lesiona por una extensión excesiva, al aterrizar después de saltar o por un golpe directo con la rodilla flexionada, esto es común en los accidentes automovilísticos. Generalmente acompañado de una dislocación de rodilla con un traumatismo grave, por lo que requieren de la examinación de un especialista de manera inmediata.
Los síntomas más frecuentes son chasquido seguido de dolor, dolor al intentar poner peso en la pierna lesionada, inflamación, sensación de que la rodilla se mueve de forma anormal y no se controla al caminar.
En roturas graves estos síntomas parecen desaparecer en días o semanas, sin embargo, si se vuelve a retomar actividad física o práctica de deportes se volverá a experimentar dolor y la sensación de que la rodilla se va para adelante.
¿Cuándo se opera?
Cuando los pacientes, no responden bien al tratamiento conservador presentando inestabilidad y dolor que interfiere en su vida diaria, practica de deportes o actividades laborales.
Reparación por artroscopia
La artroscopia es una cirugía poco invasiva donde se introduce una pequeña cámara para ver y reparar la lesión. En esta se retiran los ligamentos rotos y se sustituyen por un injerto de una zona próxima que quedan sujetos a través de anclajes especiales o grapas.
Con esta técnica se evita una cirugía abierta que tiene mayores complicaciones y un periodo de recuperación mayor.
Recuperando la estabilidad y movimiento de la rodilla.
Dr. Marcotulio Pérez Valtierra, Ortopedista y Traumatólogo especialista en Artroscopía y Cirugía Deportiva, Querétaro, México.
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