
El menisco, una estructura clave en la articulación de la rodilla, desempeña un papel fundamental al amortiguar los impactos y proporcionar estabilidad. Las lesiones de menisco son una de las afecciones más comunes en la rodilla, y pueden afectar significativamente la movilidad y calidad de vida si no se tratan adecuadamente. Aquí te explico los tipos de lesiones, sus síntomas y las opciones de tratamiento disponibles para abordarlas de forma efectiva.
Tipos de lesiones de menisco
Las lesiones de menisco se clasifican según la gravedad del daño:
- Lesiones grado 1 y 2: Son leves o moderadas, como desgarros parciales que no comprometen completamente la estructura del menisco.
- Lesiones grado 3 y 4: Son más severas, incluyendo desgarros completos o daño estructural significativo que afecta la funcionalidad de la rodilla.
Estas lesiones suelen ocurrir debido a giros bruscos, movimientos repetitivos o traumatismos directos en la rodilla.
Síntomas comunes:
- Dolor localizado en la rodilla, especialmente al girar o doblar la pierna.
- Hinchazón e inflamación.
- Sensación de bloqueo o inestabilidad articular.
- Dificultad para realizar actividades cotidianas como caminar o subir escaleras.

Tratamiento conservador para lesiones grado 1 y 2
En casos leves o moderados, el tratamiento conservador es el primer paso para aliviar los síntomas y restaurar la funcionalidad de la rodilla. Este enfoque incluye:
- Medicamentos analgésicos y antiinflamatorios para reducir el dolor y la inflamación.
- Terapia física que consta de ejercicios personalizados que buscan fortalecer los músculos, recuperar la movilidad y mejorar la estabilidad articular.
- Técnicas de corrección postural para prevenir desbalances que puedan afectar otras partes del cuerpo.
Un manejo temprano y adecuado puede prevenir el avance de la lesión y reducir el riesgo de complicaciones en otras estructuras de la rodilla.

¿Cuándo es necesaria una cirugía de meniscos?
Las lesiones más graves, como las de grado 3 o 4, suelen requerir intervención quirúrgica, especialmente si hay desgarros importantes o daño estructural significativo. Los signos que pueden indicar la necesidad de cirugía incluyen:
- Dolor crónico persistente a pesar del tratamiento conservador.
- Pérdida significativa de movilidad o sensación de bloqueo en la articulación.
- Impacto en la calidad de vida o dificultad para realizar actividades diarias.
La intervención quirúrgica puede llevarse a través de artroscopía para este tipo de lesiones (grado 3 y 4).
Esta técnica es el procedimiento quirúrgico más utilizado para tratar lesiones graves de menisco. Consiste en una intervención de mínima invasión en la que, a través de pequeñas incisiones de aproximadamente medio centímetro, se introduce una cámara diminuta que permite visualizar el interior de la articulación y, con herramientas especializadas, reparar o retirar el tejido dañado.
Beneficios de la artroscopía:
Intervención de mínima invasión: Menor daño a los tejidos circundantes, lo que reduce el dolor postoperatorio.
Recuperación más rápida: Menos tiempo de hospitalización y una vuelta más temprana a las actividades cotidianas.
Menor riesgo de infección: Gracias al uso de incisiones pequeñas, se minimizan las complicaciones.
La importancia de un tratamiento temprano
Una lesión de menisco no tratada puede desencadenar problemas a largo plazo, como artrosis o desbalances posturales. Abordar la lesión desde el inicio, ya sea con tratamiento conservador o mediante técnicas avanzadas como la artroscopía, es clave para mantener la estabilidad y funcionalidad de la rodilla.
Si estás experimentando dolor o molestias en la rodilla, agenda una cita conmigo para evaluar el grado de la lesión y ofrecerte el mejor tratamiento para una recuperación efectiva.
¡Vivir sin dolor es posible!